lunes, 24 de noviembre de 2008
jueves, 20 de noviembre de 2008
Petaki
martes, 18 de noviembre de 2008
¿Cuanto crees que valgo?

lunes, 17 de noviembre de 2008
lunes, 3 de noviembre de 2008
1 de noviembre

domingo, 2 de noviembre de 2008
31 de octubre
Al rato alguien entró, aseguró bien los grilletes de en mis muñecas, a la fuerza me colocó de rodillas, agachó mi torso y sin miramientos me introdujo lo que debía de ser dilatador el ano.
Minutos más tarde entraron, entre las voces reconocí a D y Cecilia, quien me cogió del brazo y a la fuerza me sacó del garaje. Me quitaron la capucha, Cecilia procedió a atarme de espalda a una columna y con las piernas muy abiertas.
La estrategia de sometimiento siempre tiene la misma rutina. Primero empieza con la exhibición - humillación pública, y ahí estoy, desnuda, amordazada, cegada y el ano dilatado, delante de todos
Alguien manosea mi sexo y me introduce algo que vibra, sale y entra. Me aprietan el ano, me soban, me masturban, me penetran, me sodomizan, grito, no soy la única, me corro. Gozo como una perra, intento moverme pero las cuerdas se clavan en mi cuerpo. Estoy entregada y deseo en lo más profundo de mi alma que nunca termine.
Empiezan a desatarme, mi cuerpo se derrumba en el suelo. Cecilia me quita la venda de los ojos y por primera vez en la noche puedo ver a todos los invitados. Son 5, entre ellos mis amos D y Cecilia. En la penumbra puedo reconocer sólo a un invitado, viejo asiduo de nuestras reuniones. Esta vez viene acompañado de dos señoras, que deben de rondar los 50 y ocultan su rostro tras unas máscaras. Una de ellas, sentada en una poltrona, se masturba pausadamente.
La mi compañera esclava está colgada de los tobillos, sigue encapucha, y sus tetas enrojecidas están atadas.
D me invita a hacer una pequeña pausa, un poco de alcohol y coca. Cecilia con su siempre aire maternal me acaricia en pelo, es la más extasiada del grupo. Como experimentada ama, me ordena, fusta en mano volver a mi papel de esclava. Me vuelve a amordazar y D ata mis manos a la espalda con la cuerda de cáñamo y desarrolla toda su maestría en bondage sobre mí. Ata mi cuello, ata mis tobillos, mi torso, ata mis muslos. Estoy de rodillas, con la cara pegada al suelo, muy húmeda deseando que me vuelvan a follar. A continuación es mi compañera de suplicio quien es atada de la misma manera que yo.
Cecilia como directora de la sesión incita a las señoras a ponerse unos arneses y follarnos como deseen.