lunes, 1 de diciembre de 2008

La lealtad y el perdón


Noche del viernes. Tu mente perversa no tiene límites y mi vicio perverso no tiene fondo.


Aún debo de esconder las rojas marcas de las cuerdas de mis muñecas y tobillos. Aún siento el frío del suelo, la oscuridad del garaje, tu sudor espero.


Tengo miedo que cualquiera se fije en esas extrañas marcas de ataduras sádicas.


En frío analizo tus reproches, tus críticas a mi falta de constancia, mi negligente desinterés en la custodia de nuestros más profundos secretos.


Y ahora, sin gritos ni lloros, os prometo mi más profunda lealtad.