domingo, 24 de agosto de 2008

El inicio

El inicio.
Siempre he estado dispuesta a contar mi vida. Los que realmente me conocen saben como puedo disfrutar haciendolo. Pero mi vida no es normal. Tengo una pasiòn, algunos la consideran una adicciòn, es el sexo, el del sexo, pero no el sexo normal, el que para muchos es convencional, sino el extremo. Me entrego a rituales sàdicos con todo mi cuerpo y toda mi alma.
Quien desee ver en este diario un relato pornogràfico perderà el tiempo. No es ni mi deseo ni mi intenciòn.
Cumplo una orden. No es una orden divina, no. En una calurosa noche de verano me lo ordenò mi amo. Es un acto màs de control. Con la publicaciòn de mis actos, pensamientos, acciones y deseos, con su publicaiòn para todos y hacia todos, èl tiene una arma màs de control.
Pero ademàs creo que me harà un bien, pues siempre he tenido el deseo de expulsar todo lo que pienso.
El grupo. Ellos y ellas, mi otra vida. A el grupo me debo, pertenezco a ellos y a la vez tambièn soy una parte de èl. Hay reglas, normas y recomendaciones. La confianza plena en el grupo es la base de nuestra uniòn y a la vez de la felicidad. Pero tambièn se castiga.
El grupo es un lager, una estructura en si sadomasoquista,, ideada con sadismo a la vez que con precisiòn, cuyo objetivo consiste en destruir, aniquilar a la persona y la vez de darle el placer. Antes de entregarse al grupo, experimenta sus mayores sufrimientos, humillaciones y tormentos. Es una especie de destrucciòn de la cual, una vez metido dentro, se es incapaz de salir.
Todos somos sadomasoquistas en potencia, por lo menos en teoría, pues apartir de un simple pellízco o un mordisquo de labios provocamos placer o visceversa.

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