domingo, 24 de agosto de 2008

La celda

La mitad del tiempo que llevo en la villa la he pasado como turista, la otra mitad como esclava. Lleguè a primeros de mès junto a mis amos; ellos hace tiempo que se fueron. Los primeros dias fueros relajatntes, tranquilos, suaves.
Es una contradicciòn que en un lugar tan bonito como este, se estè tan cerca del dolor.

Me encuentro en el extranjero, la villa mira al mar, pronto regresarè a casa, volverè a la rutina diaria, al trabajo, volverè con mi familia.


Llevo màs de dos semanas viviendo en una celda. Es oscura, fria y sucia; situada en el sòtano, junto al garage. Tiene un camastro en el suelo, un balde para la higiene personal y un cubo donde hacer las necesidades. No dispongo de luz ni agua corriente, comparto la celda con otra esclava, Zuzana. Es checa, mucho màs joven que yo. Apenas hablo con ella, ya que solo sabe algunas palabras en inglès. No se cuento tiempo lleva aqui, pues estaba ya antes que yo. La presencia de otra esclava en tu celda hace la estancia màs liviana, aunque te hable poco y te aleja de la locura.
Los primeros dias estaba encadenada a la cama y encapuchada, luego solo encadenada por el cuello, ahora podemos movernos libremente por la celda.

Las razones para salir de la celda son pocas y limitadas. O para comunicarme con mi familia o para someterme en alguna sesiòn.

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